Saturday, April 10, 2010

Evoluciona el movimiento verde en la Isla

Según el doctor Abruña, no se puede negar que se están dando pasos, pero el camino es todavía extenso.
By: Raisa Rivas Español / Especial para Construcción: elnuevodia.com
Si usted piensa que la construcción verde es una moda del Siglo XXI, o simplemente una tendencia nueva y pasajera, se equivoca. Pero más aún, le sorprenderá saber que en la Isla se han hecho innumerables esfuerzos desde hace tres décadas.

“Si bien es cierto que si nos comparamos con el resto del planeta, estamos en una etapa casi embrionaria y nos falta muchísimo por desarrollar, también lo es que hemos dado pasitos y que cada vez hay más profesionales multidisciplinarios interesados genuinamente en el tema”, dijo el arquitecto Fernando Abruña, quien es el primero a quien se asocia con la arquitectura verde en la Isla.

Esa conexión “Abruña-Arquitectura Verde” no es casual. Lleva más de 35 años practicando la profesión y desde que comenzó tenía tanto interés en el tema que en el 1980 publicó su libro “Fresco Gratis”, donde exponía ideas para usar la naturaleza al ambientar los edificios.

“Tenemos que remontarnos a 1973. A grandes rasgos, el despertar fundamental se inició a raíz del embargo petrolero de esa época, que dio como resultado el aumento exagerado de los precios del petróleo y la histeria de la gente. Una de sus consecuencias más conocidas fue la caída de la industria de la construcción y el increíble aumento de los intereses hipotecarios, pero también esa crisis tuvo un efecto de crear conciencia de la cantidad de energía que consumía el mundo occidental”, explicó Abruña.

A raíz de ese momento histórico que abrió los ojos al mundo, se hicieron grandes esfuerzos para identificar estrategias de ahorro de energía, como sellar herméticamente las ventanas de los edificios para que no se escapara el frío o el calor, dependiendo del área donde estaban construidos. Sin embargo, el remedio resultó peor que la enfermedad, porque se dieron cuenta que el aire del interior de esos edificios se viciaba, dando como resultados los temidos hongos en las propiedades.

Más tarde (en 1976) se añadió otro evento importante, que fue el caso de la legionelosis, una enfermedad bacteriana que puede producir neumonía. Una epidemia de esta enfermedad afectó a los participantes de una convención estatal de la Legión Americana y, por esto, se le dio el nombre de ‘enfermedad de los legionarios’. Se encontró que los brotes de legionelosis aparecen en diversos tipos de sistema de agua, como por ejemplo, los procedentes de torres de agua para refrigeración de acondicionadores de aire.

“Podemos decir que esos eventos dieron paso a la arquitectura verde, que es una vertiente que incluye la búsqueda de la calidad del ambiente interior’, abundó el arquitecto y profesor universitario. “Es una combinación de ver cómo conservamos la energía, pero a la vez logramos un ambiente adecuado y saludable”, dijo.

Más tarde, dos desastres ambientales siguieron abonando al movimiento que ya se había iniciado: el petrolero Exxon Valdez, en 1989, que derramó en el Prince William Sound en Alaska, más de 37,000 toneladas de crudo al Océano (la peor tragedia ecológica en la historia de ese estado), y el desastre ambiental de Chernobyl, en Ucrania, en 1986. Éste tuvo un componente adicional, pues se vio que la nube radiactiva se extendió a otros países, ya que se estimó que la cantidad de material radiactivo liberado fue unas 500 veces mayor que la bomba atómica de Hiroshima. La magnitud del daño causado contribuyó a que la gente entendiera que el problema ambiental que sucede en una región del mundo puede afectar a todo el planeta.

Posterior a esa etapa, se inicia el Departamento de Energía Federal y más tarde en la Isla, la Oficina de Energía de Puerto Rico, para promover las fuentes de energía alternas. Esa oficina pasó luego al Departamento de Asuntos al Consumidor (DACO) y eventualmente se constituyó en la Administración de Asuntos de Energía que ahora se llama Administración de Asuntos Energéticos.

“Ha pasado el tiempo, pero sigue existiendo un denominador común: tiene un presupuesto irrisorio”, expresó el experto.De acuerdo a Abruña, en la Isla hay un problema adicional al del pobre presupuesto, pues todos los combustibles son fósiles, lo que implica que por persona se abona grandemente al calentamiento global. “Desde el punto de vista per cápita, tenemos la triste distinción de ser uno de los líderes en consumo y generación de CO2, y aunque hay diferentes estadísticas para decir cuánto es dicho consumo, el promedio está entre las 12 a las 22 toneladas por persona. Una cantidad exorbitante”.


SOSTENIBLE, SUSTENTABLE, VERDE Y ECOLÓGICO

Los cuatro son términos que se utilizan, aunque sostenible es el correcto desde el punto de vista de la academia, según Abruña, quien dice que, no obstante, todo lo que falta por hacer, afortunadamente ha visto un cambio sustancial en esa materia en los últimos diez años.

Un ejemplo de esto es que cuando fundaron e inscribieron el Capítulo de Puerto Rico y el Caribe del US Green Building Council (entre 2004 y 2005) estaba formado ‘por dos o tres personas’. Ahora ha visto con gran satisfacción un dramático crecimiento en los miembros. Al grupo se han unido profesionales de diferentes ramas de la construcción incluyendo ingenieros, corredores de bienes raíces, arquitectos y tasadores, una prueba fehaciente del interés que despierta el tema para Abruña, quien fue su primer presidente y sigue siendo parte de la Junta de Directores.

En cuanto a la construcción de propiedades que reúnan los criterios de ‘vivienda sostenibles’, Abruña quiso dar un paso al frente y predicar con el ejemplo.

“Comencé a diseñar casas ecológicamente sostenibles desde que entré en la Universidad de Puerto Rico en la década de 1970. Diseñé varias casas que por diferentes razones nunca se construyeron, pero me quedé con el saborcito de hacerlas, pues creía firmemente en este concepto’, y el sueño largamente acariciado se hizo realidad contra viento y marea.

En el 2000 construyó en Vega Alta la ‘Casa Ausente’, una propuesta tan revolucionaria que se hizo famosa no sólo en Puerto Rico, sino también internacionalmente. Construida originalmente para él vivirla, esa construcción fue considerada la primera casa ecológica de la Isla. En ella se dio el gusto de aplicar todas las teorías en que creía, con la que en esencia quería demostrar que se puede vivir en un lugar sin dañar al ambiente, y de una manera costo accesible.

En el 2001, participó en otro proyecto de envergadura, con grupos estudiantiles y profesionales no sólo de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico sino también del Recinto Universitario de Mayagüez.

Diseñaron y construyeron la Casa Solar, que los llevó al primer evento del Décalo Solar en Washington.

¿Un esfuerzo costoso?

Hay un principio equivocado de que este tipo de construcción es sólo para millonarios o al menos personas muy adineradas. ‘Es erróneo. Puedes tener un edificio verde, bien orientado, con el uso de materiales apropiados. Hay muchas oportunidades de diseñar edificios que no sean impactados grandemente desde el punto de vista de costo, y parte de nuestra misión es seguir educando a la ciudadanía y a los profesionales’.

Abruña otra vez quiso pasar de la teoría a la práctica para dar un ejemplo real de que se podían construir casas con los criterios sostenibles, pero económicas. “En el 2004 diseñamos un modelo con esas especificaciones, pero nos tomó varios años más para encontrar quién se enamorara del proyecto. Lo logramos con los empresarios de Villas Miantojo”. El año pasado terminó para esa empresa la Casa Solaria, un prototipo que está en la Universidad del Turabo.

‘Tenemos que hacer un cambio bien radical de la manera en que construimos. Se estima que para el 2030 los edificios deberán ser ‘carbón neutral’ o neutros en emisiones de CO2, porque, de otra manera, el asunto del calentamiento global se va a agudizar dramáticamente. Parte del calentamiento global tiene que ver con la construcción y, según muchos expertos, el problema del calentamiento va a ser más sombrío que lo que pinta Al Gore en su documental ‘Una Verdad Incómoda’, por el que ganó el Nóbel de la Paz’.

Según el doctor Abruña, no se puede negar que se están dando pasos, pero el camino es todavía extenso.